Ene 24 2013

La verdadera historia de LAS DOS MARIAS o de LAS DOS EN PUNTO.

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En Santiago de Compostela, en la alameda se puede ver una estatua que representa a dos mujeres llamadas Las dos Marías o Las dos en punto porque salían cada día a pasear por las mismas calles de Santiago, siempre a las dos en punto, arregladas con una ropa y un maquillaje tan colorido como extravagante.
En la Alameda flirteaban, a pesar de su avanzada edad, con los estudiantes que estaban de camino para comer. Siempre se ponían guapas. Se comenta que la explicación de que una de ellas aparezca con la mano extendida en la estatua que se les ha hecho para homenajearlas es porque llegaban a la osadía de tocar el culo a los universitarios, algo que en aquella época llegaba a escandalizar.
Todavía hay mucha gente en la ciudad que recuerda a las inseparables hermanas Coralia y Maruxa Fandiño Ricart. Pero bajo esa fama de locura que les precede hasta hoy, escondían un drama personal que no todos conocen, con la Guerra Civil como telón de fondo.
Coralia e Maruxa, as irmás Fandiño, es el título de un documental realizado por Henrique Rivadulla Corcón sobre la historia de las dos Marías. Fue producido por Ficción Producciones, y se estrenó el once de abril del 2008 en el Teatro Principal de Santiago.
En el documental, una serie de vecinos de Compostela relatan su relación con las hermanas: Encarna Otero, César Lombera (insistió durante nueve años para que se instalara la escultura conmemorativa), Salvador García Bodaño, Bernardino Graña o el historiador Dionisio Pereira. La narración corre a cargo de Farruco.
La familia Fandiño Ricart estaba formada por once hermanos, hijos de un zapatero de la Calle Espíritu Santo, tres de los cuales estaban relacionados con el movimiento anarquista al ser militantes de la CNT. Dos de ellos fueron encarcelados. Antonio Fandiño, que llegó a tener responsabilidades dentro de la CNT, fue liberado a inicio de la década de los 50, pero falleció a causa de las palizas que le propinaron en prisión. Su hermano Manuel, pintor de profesión, se escondió al inicio de la guerra y reapareció en 1945 militando en la clandestinidad. Además, el tercer hermano Alfonso, huyó poco días después del golpe en un barco que salió de Muros. Tiempo después, apareció de nuevo en A Coruña, militando en la clandestinidad. La pesadilla para las hermanas comenzó cuando los falangistas trataron de utilizar a la familia para averiguar su paradero. A horas intempestivas de la noche, llegaban a la casa de los Fandiño, registraban y desbarataban la vivienda, desnudaban en la vía pública a las hermanas para humillarlas y las subían al monte Pedroso de Santiago. «No está demostrado, pero hay gente que afirma que las llegaron a torturar e incluso a violar», explica Rivadulla.
Con poco más 20 años y sin haberse metido con nadie, la vida de Las Marías se convierte en un mal sueño que se prolongará desde el inicio de la guerra hasta mediados de los años 40.
Rivadulla señala que esos malos tratos continuados fueron la causa de la locura que ambas sufrieron, porque «antes no eran así». Finalmente los hermanos huidos fueron arrestados y cesó la presión sobre las Fandiño.
Aun así, su situación económica era muy precaria. Las hermanas dejaron de trabajar como costureras, oficio que venían desempeñando junto a su madre, porque los clientes dejaron de llevarles ropa «por ser una familia anarquista, por miedo a significarse». A pesar de este miedo, la sociedad compostelana sentía, en general simpatía hacia ellas, y cuando despues de la guerra pasaron a vivir de la caridad, quienes querían ayudarlas no les daban la limosna directamente, sino que compraban cosas para ellas en los comercios de la ciudad, especialmente en el ultramarinos Carro, situado en la Plaza del Toral, donde el dueño Tito Carro se los daba como si fueran promociones y no caridad. La solidaridad de los vecinos se puso a prueba a principios de los 60, cuando un temporal tiró abajo el tejado de la casa de las Fandiño. Enseguida se organizó una gran colecta entre los vecinos de Santiago y se llegaron a juntar 250.000 pesetas.
«Manifestaron su locura mostrándose rebeldes contra la sociedad», afirma el autor. Las Marías nunca pasaron desapercibidas, no sólo por su llamativa vestimenta y sus rostros maquillados con polvos de arroz, sino por su actitud. «Ellas piropeaban a los hombres algo que, por supuesto, no se le ocurría a ninguna otra mujer. Siempre manifestaban que todos los hombres se enamoraban de ellas y flirteaban con los estudiantes». En contra de lo que pueda parecer, eran muy diferentes: Coralia, la menor y más alta, era tímida y poco habladora, mientras que Maruxa, más pequeña aunque de más edad, era la que llevaba la voz cantante.
Áurea Sánchez, autora del libro Las Marías de Santiago de Compostela editado por la Asociación de Periodistas de Santiago de Compostela (APSC) y por la Agrupación de Mujeres Periodistas, perteneciente a la misma, subrayó que “es oportuno recordar que estas dos mujeres padecieron violencia institucional y social. Después de 30 años de sus muertes, aún estamos cultivando el misterio surgido en torno a ellas, sin abordar la temática de fondo que es la violencia contra Maruxa y Coralia.
Cuando en 1980 falleció Maruxa, Coralia se fue a vivir con otra hermana a A Coruña, ciudad a la que nunca se adaptó. Murió tres años más tarde después de preguntar muchas veces cuál era el camino para volver a Santiago.